En estos días, son numerosos los jóvenes superdotados que se enfrentan a largos, tediosos, complicados, sencillos, o quizá demasiado sencillos exámenes en sus diferentes universidades. A ellos va dirigido este artículo.
Durante meses, el tiempo dedicado al estudio ha ocupado gran parte del día a día o, a lo mejor, eres de los que lo han dejado para última hora, de cualquier forma, aquí vas a encontrar recogidas algunas ideas que hacen referencia al vivir y sentir superdotado durante los exámenes.
Intentar aprenderse una ingente cantidad de apuntes en una noche, trabajar precipitadamente para entregar una práctica, tener que completar decenas de aburridos ítems durante un examen u obtener un aprobado, cuando se esperaba un sobresaliente, pueden ser causas de estrés.
Si a lo anterior le añadimos una fuerte intensidad a la hora de experimentar emociones, una alta sensibilidad a rumores o comentarios sobre tipos de exámenes, procedimientos del profesor, sucesos con otros alumnos, las expectativas de familiares presionando hacia el éxito, y la sensación más o menos consciente de poder con todo, luchando con fuerza con la de “no lo voy a conseguir”, el miedo a manifestarse como mediocre mientras se desea mostrar y demostrarse las Altas Capacidades, el cóctel es muy rico, pero explosivo, y supone una tensión energética, más que considerable, a la que necesitarás dar salida, preferiblemente, con actividad física.
Seguramente, además, estés involucrado en varias actividades que te exijan responsabilidad: voluntariados, trabajos a tiempo parcial, cursos on-line, clubs deportivos… intentando, por supuesto, alcanzar cotas de perfección en todas y cada una, lo cual, va más allá de lo humanamente posible, por muy alto que sea tu CI, produciendo, en estos momentos de evaluación, unos elevados niveles de estrés.
Decidir a qué asignatura dedicar más tiempo puede llegar a producir bloqueos emocionales que impidan estudiar al menos una, pero hay que tener cuidado para que no se convierta en un mecanismo de defensa psicológico que, lo único que favorezca sea evitar estudiar o presentarse a los exámenes. No te engañes.
Tampoco hay que perderse pretendiendo ampliar los apuntes o leer más y más libros sobre la asignatura: mejor poco y bien, que mucho y mal.
El compromiso con la tarea del estudio y el ejercicio de la voluntad es lo que realmente se va a medir en estos días, y, sinceramente, quizá sea más importante incluso que los propios exámenes. Puede que llegues a preguntarte si has elegido esos estudios de acuerdo a tu personalidad, valores, metas vitales, aptitudes, estilo de aprendizaje… bien por ti, aunque puedas sentirte confuso, has dado con un momento clave en tu crecimiento personal.
Algunos consejos de cara a reducir los niveles de nerviosismo en estos días:
- Cambia de actividad, al menos un par de veces al día: si estás estudiando durante toda la jornada, sal un rato a correr, desconecta una hora viendo una serie de televisión o prepara algo especialmente sabroso para la comida.
- Habla sobre tus exámenes, aquello que te preocupa… con un buen oyente, y no con alguien que incremente tu nivel de estrés.
- Tómate estos exámenes como propiciadores del cambio, esperemos que aprobándolos y avanzando en ese sentido, pero, si no es así, ten en mente que un suspenso o nota que no esperabas, puede llegar a producir un cambio en tí mucho mayor e importante que la evaluación positiva. Sea como sea, utilízalos para crecer y no sólo para acumular una calificación más.
- Dedica un tiempo cada día para actividades que te hagan sentir bien, puede ser quedar un rato con los amigos, darte un masaje, leer una novela que te atraiga, jugar con algún videojuego… pero controla tu tiempo siempre, y no dejes que te controle él a ti, tanto por exceso, como por defecto de estudio.
Y, ahora… ¿suerte o justicia?